Te esperé en el horizonte de los tiempos
entre soles dormidos
en columpios de lluvia
y como espejo redentor
la sombra de mis rosas
cobijó un crepúsculo sediento de primaveras.
Un naufragio de coral
en la penumbra de los sueños,
almohada de arrebol
surcando plenilunios
de alondras fugaces,
dibujó mis huellas descalzas
para acallar este silencio
perfumado de olvido
y en la alquimia nave de los deseos
descubrir el velo milenario
de la agreste geografía
que tiñó de viento… el cáliz de mis plegarias.